viernes, 26 de diciembre de 2014

LOVECRAFT Y LA HOMOSEXUALIDAD

Howard Phillips Lovecraft es el creador del llamado “horror cósmico”, una conjunción de ciencia ficción, mitología y horror.

Según el mismo Lovecraft: “Todas mis narraciones, aun cuando no guarden relación entre sí, se basan en la tradición o leyenda según la cual este mundo estuvo habitado en épocas anteriores por otra raza que, como consecuencia de las prácticas de magia negra, perdió su dominio y fue expulsada, pero vive en algún lugar del exterior dispuesta en todo momento a volver a adueñarse de la Tierra.”

La Editorial Valdemar publicó la biografía que sobre H. P. Lovecraft escribiera L. Sprague de Camp.


Según leemos, la madre de Howard se sintió decepcionada por haber traído al mundo a un varón, por ello es que se empeñó en tratarle como a una niña; sobre “los intentos de su madre por feminizarle”, Sprague de Camp escribe en el primer capítulo:

Susie Lovecraft había deseado ardientemente tener una niña; había empezado un arca de vestidos para cuando esto sucediera. De ahí que favoreciese persistentemente las características de su hijo que consideraba femeninas. Le vestía con ropas estilo Lord Fauntleroy, y trataba deliberadamente de feminizarle. De pequeñito, Lovecraft insistió durante algún tiempo: “Soy niña”. Susie le hizo llevar bucles hasta los seis años, aunque él empezó a quejarse de ellos a la edad de tres. Durante algún tiempo, Susie le apaciguó mostrándole retratos del siglo XVIII del Spectator, que representaban a hombres maduros con cabello largo y calzón corto, como él. Aquí se inició su inveterado entusiasmo por el barroco, aunque no se reconcilió con los bucles. Por último, al cumplir los seis años, Susie tuvo que ceder a sus quejas. Llorando amargamente, le cortó el pelo. A partir de entonces, cosa extraña, evitó todo contacto físico con el chico, y decía a la gente que era feo. Mucho tiempo después, Lovecraft confesó a su esposa que la actitud de su madre hacia él había sido “devastadora”.

¿En qué sentido había resultado devastadora? ¿Influyeron estas experiencias en su vida sexual? ¿Era Lovecraft homosexual, bisexual o asexual?, ¿qué pensaba de la homosexualidad?

En el capítulo Amante Vergonzoso podemos leer las especulaciones que se han hecho sobre la vida sexual de Lovcraft. Cuenta Sprague de Camp:

La cuestión de la sexualidad de Lovcraft ha despertado mucho interés. Algunos escritores le han calificado de “asexual”. Otros han supuesto que pudo ser homosexual, al menos en sentido latente. Han citado su indiferencia hacia las relaciones heterosexuales, la ausencia de mujeres en sus relatos, cuyos personajes principales son mayormente un solitario narrador masculino y un amigo íntimo, y sus muchas amistades con hombres más jóvenes, algunos de los cuales o bien eran abiertamente homosexuales o bien tenían tendencias en ese sentido. Sin embargo, el término “homosexualidad latente” es vago y resbaladizo. Además la acusación de “tendencias homosexuales latentes” se ha vuelto tan brumosa que se ha atribuido a casi todo personaje notable cuya vida amorosa se aparta de lo normal... Prácticamente hablando, no estuvo sometido a influencias sexuales hasta que conoció a Sonia.

Antes de transcribir lo que pensaba el autor de El horror de Dunwich sobre el homoerotismo, veamos en qué momento de su vida lo descubrió.

“De hecho –aunque naturalmente siempre he sabido que la pederastia era una desagradable costumbre de muchas naciones antiguas-, jamás había oído hablar de homosexualidad como instinto real hasta cumplidos los treinta años... Cuando los chicos hablaban o se comportaban de manera sucia, podía haberles enseñado más de lo que ellos querían decirme a mí, aunque (tal era el estado de la formal medicina victoriana) mis conocimientos se limitaban enteramente al sexo normal. Fui de edad madura y hombre casado, antes de oír hablar por vez primera de la existencia de una homosexualidad instintiva...”

Sobre la atracción sexual entre personas del mismo sexo escribió:

“Por lo que se refiere al homosexualismo, la primera y fatal objeción contra él es que es naturalmente... repugnante a la abrumadora mayoría de la humanidad... Por ejemplo, yo odio tanto el adulterio físicamente normal (que es una traición ruin y despreciable) como la pederastia; pero mientras puedo gozar (físicamente) o ser tentado hacia el adulterio, decididamente no puedo pensar en el estado anormal sin que me produzca náuseas.”

Sprague de Camp afirma que Lovcraft no era un homosexual de clóset y que lo que escribió se correspondía realmente con lo que pensaba:

Que esta era la sincera opinión de Lovecraft lo confirma la carta que escribió a Robert Barlow el último año de su vida. Como varios de los jóvenes protégés de Lovecraft, Barlow era homosexual activo. Lovecraft parece que no llegó a enterarse nunca de la desviación de su joven amigo. En la carta en cuestión, Lovecraft criticaba un relato que Barlow había escrito sobre un artista que cobra gran afecto hacia un púgil. Lovecraft encontraba esto inverosímil:

“'No existe el más mínimo motivo por el que un artista sano y maduro pueda desear ver o hablar con un pugilista barato y mediocre. Y si alguna trágica enfermedad o malformación confiriese al artista un interés anormal, se pasaría naturalmente la vida luchando por extirpar la enfermedad... no exhibiéndola o alentándola como podría hacer un sujeto de grado inferior.'

Por lo que sabemos, la homosexualidad en Lovecraft, como la sífilis hereditaria, parece ser tan improbable que, aunque no completamente refutable, sí puede ignorarse sin más. Lo notable es el hecho de que, considerando su singular educación y los intentos de su madre por feminizarle, no se convirtiese en abierto homosexual...

Pero a Lovcraft no sólo le resultaba enferma o repugnante esta forma de vivir la sexualidad, la sexualidad misma le resultaba desagradable:

Cuando Cook publicó un relato inofensivo sobre la modelo de un artista que posaba desnuda, Lovecraft escribió una carta larga y acalorada, atacando a Cook por este "horrible ejemplo de decadencia del pensamiento y de la moral... el erotismo pertenece a un orden inferior de los instintos y es una cualidad más animal que notablemente humana... En cuanto a las inhibiciones puritanas, las admiro cada día más. Son intentos de hacer de la vida una obra de arte."

Aunque Lovecraft mantuvo su propia vida sexual dentro de unos límites estrechos y rígidos, descartó muy pronto toda idea de imponer su moral a los demás:

“Meditando sobre el origen de mis opiniones, me preguntaba a mí mismo hace poco si no serán demasiado apresuradas mis ideas antieróticas; debido a un mero prejuicio subjetivo, más que a una observación exacta o impersonal...”

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