jueves, 25 de diciembre de 2014

Nomás no me quiten lo poquito que traigo

Se trata de un texto corto de Eduardo Antonio Parra, éste aparece en su antología Tierra de Nadie. Es autor de una novela sobre el Benemérito de las Américas: "Juárez. El rostro de piedra." También es autor de Los límites de la noche, Nostalgia de la sombra, Sombras detrás de la ventana y Parábolas del silencio (historias de putas y putos, tráfico de droga, traición, asesinato, violencia, desesperanza). 

¿Qué nos cuenta Eduardo Antonio Parra en Nomás no me quiten lo poquito que traigo?


Fue una estúpida y lo supo de inmediato. “Pendeja, de lo que se trataba era de coger, dejarlos bien exprimidos y contentos y después largarse muy oronda a esconder el dinero debajo del colchón.”

Pero su error era comprensible: Estrella sólo tenía dieciocho años y a penas tres meses en la calle vestida de minifalda, tacón y blusa ombliguera.

Un caballero elegante, bien parecido y de buenos modales la llevó al lujoso departamento de un edificio que parecía la torre de un castillo. A través de los ventanales se veía toda la ciudad. Y sólo tuvo que bailar mientras se desnudaba. El caballero sólo quería observarla. “Cuando llegó el momento de completar el desnudo titubeó, pues no quería mostrar ese miembro flácido que le daba tanta vergüenza y que siempre trata de ocultar con bragas de refuerzo doble. Sin embargo, una desesperación vibrante en la voz del hombre la hizo darse cuenta de que eso era precisamente lo que él deseaba ver. Reprimió los escrúpulos y pensó en cualquier cosa para no imaginar cómo se vería con sus senos siliconeados y su verga infantil, hasta que con un sonoro resuello el caballero acabó de masturbarse en un rincón oscuro de la habitación.” Eso había sido todo. Así de fácil había obtenido hartos billetes.

Pero había cometido el error de mencionar lo del dinero. “Háganme lo que quieran, nomás no me quiten lo poquito que traigo.” A los polis les cambió la expresión, a fin de cuentas se habían acercado sólo buscando que el “putito” les hiciera un trabajito.

Y he ahí a Estrella, en la patrulla, en medio de los dos polis que sabían lo del dinero. Así es como se dirigen a un lugar desolado. Teme ser despojada del dinero, pero también le excitan los dos policías. 

Una vez debajo de la patrulla, comienzan a desnudarla violentamente. La linterna de uno de los polis se dirige a la ropa interior de Estrella, hay en ésta un dobladillo de billetes verdes. “Son para mi operación”, balbucea. “Ah, chingá, ¿pos a poco estás enferma?”, se burla uno de los polis. “Por favor no me lo quiten. Son para...”, trata de explicar la puta. “Eran, preciosa.”, le informan los uniformados.

Así es como Estrella aprenderá una lección: “¿Cuántas veces le han advertido las otras que con la ley chitón, sí señor, lo que usted mande, ya sabe que estoy para darle gusto?”

Aquí algunos datos sobre Eduardo Antonio Parra.

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