domingo, 21 de diciembre de 2014

UN PLANETA DE MARICAS (HOMOSEXUALIDAD EN LA CIENCIA FICCIÓN)

Con prólogo de Ray Bradbury, la editorial Plaza & Janés, dentro de su serie Mundos Imaginarios, publica La fuente del unicornio, una antología con 13 cuentos de Theodore Sturgeon. De El mundo bien perdido nos ocupamos a continuación.

“...las naves terrestres habían recorrido el cosmos en todas direcciones con pocos obstáculos. A todos esos obstáculos se les encontró una explicación menos a Dirbanu, un planeta transgaláctico que se envolvía en impenetrables campos de energía cada vez que se acercaba una nave terrestre. Había otros mundos que podían hacer eso, pero en cada caso las tripulaciones sabían por qué lo hacían...”
Dirbanu y la Tierra tenían mucho en común. Sin embargo, cuando los habitantes de Dirbanu pudieron echar un vistazo más de cerca, hicieron una mueca de desprecio.

Los habitantes de Dirbanu nada querían saber de los habitantes de la Tierra. Por ello es que Dirbanu “pasó en nuestra mente grupal por los habituales estados de existencia: la Curiosidad, el Misterio, el Desafío, el Enemigo, el Enemigo, el Enemigo, el Misterio, la Curiosidad, y finalmente Aquello-de-lo-que-no-hay-que-ocuparse-porque-está-demasiado-lejos, o el Olvidado.”


Por eso es que los Tortolitos fueron capturados.

“Todo el mundo los conocía como tortolitos, aunque por supuesto no eran pájaros sino seres humanos. Bueno, digamos que humanoides. Bípedos sin plumas.” Los tortolitos tenían un aspecto “muy humano si no fuera por la posición de los párpados que cerraban hacia arriba y no hacia abajo como los de los terrestres”.
Los tortolitos estaban llenos de magia.

Mira los tortolitos y fíjate en lo que ocurre: “Es la sensación de cuando tenías doce años, estabas empapado de verano y besabas a una chica por primera vez y se te cortaba la respiración de una manera que, estabas seguro, no se repetiría nunca. Y claro que no se repetiría, a menos que mirases a los tortolitos. Entonces te quedabas embelesado durante cuatro silenciosos segundos, y de repente se te partía el corazón y unas lágrimas de incredulidad te hacían arder los ojos, y el primer movimiento que hacías era de puntillas, y tu palabra un susurro.”
Los tortolitos venían de Dirbanu.

Pero ese no fue el problema, durante varios días habían disfrutado de su estancia en la Tierra, y los habitantes de la Tierra habían disfrutado de la magia de los tortolitos.

El problema fue el mensaje proveniente de Dirbanu...

El mensaje confirmaba que los tortolitos procedían del impenetrable planeta e informaba que eran fugitivos, que tomarían a mal que la Tierra se considerase refugio de los criminales, pero que por otra parte se sentirían muy contentos si la Tierra los devolvía.

La humanidad veía la oportunidad de un intercambio cultural con aquellos que poseían una tecnología superior, los humanos comenzaron a imaginar los beneficios de entablar relaciones con “el poderoso Dirbanu ante el que éramos capaces de arrodillarnos en actitud suplicante (con bombas estrictamente defensivas escondidas en los bolsillos) con la cabeza gacha (ocultando el cuchillo entre los dientes) y pedir migas del banquete (para calcular dónde estaban las cocinas)”.
Este episodio se convirtió en una prueba más de que la “intolerancia de la Tierra puede vencer cualquier cosa, incluso la magia... Sobre todo la magia”.
Así pues, la Ácaro Estelar 439 partió a Dirbanu llevando de regreso a los criminales.

Rootes y Grunty son los encargados de llevar a los tortolitos de regreso a su planeta.
Pero la misión no podrá cumplirse... Mientras Rootes duerme, Grunty deja escapar a los tortolitos.
Una vez que Rootes se da cuenta, le reclama.

-¿No me estarás queriendo decir que los dejaste escapar? Te voy a quemar... ¿Qué crees que te harán? ¿Qué crees que me harán a mí?
La explicación no tarda en aparecer. Grunty, gracias a los dibujos que realizan los delincuentes, hace un descubrimiento y se lo comunica a Rootes.

-¿Quieres decir que hemos estado transportando todo el tiempo una pareja de malditos mariquitas? ¡Si lo hubiera sabido los habría matado!... ¿Así que te deshiciste de ellos para que yo no tuviera que matarlos y arruinar todo? –Se rascó la cabeza-. Bueno, que me lleve el diablo. Después de todo, tienes ahí arriba una máquina de pensar. Si algo no soporto es a un invertido.
Los “afeminados” han muerto, al menos eso es lo que Grunty y Rootes hacen creer a los habitantes de Dirbanu. Y los problemas terminan, los de Dirbanu ni siquiera reclaman los cadáveres: “No queremos los cuerpos. Pueden comerlos”. ¿Qué tipo de relación podrá haber entre ambos planetas? “Que la Tierra no se meta con Dirbanu y Dirbanu no se meterá con la Tierra. No es una sugerencia. Entra en vigor inmediatamente.”
Pero ¿por qué Grunty dejó escapar a los “chicos perfumados”?

Grunty se altera cuando descubre que los tortolitos pueden escuchar sus pensamientos. Sí, los tortolitos pertenecen a una raza con poderes telepáticos. Pero los tortolitos no pueden transmitir pensamientos, tan sólo recibirlos.

Grunty es presa del pánico y la furia: “Nadie debía saber lo que él era, lo que pensaba. Si alguien lo sabía, sería un desastre insoportable. Significaría el fin de los viajes con Rootes...”

Pensó en matarlos.

Para Grunty la Tierra era un lugar asqueroso: “Dada una cultura de sibaritas, con una infinita libertad de elección de estímulos mecánicos, lo que se consigue es un pueblo de inflexible y rígida formalidad, un pueblo con pocos pero masivos tabúes, un pueblo de mentalidad impresionable, estrecha, remilgada que acata las normas, incluso las normas de sus calculadas depravaciones, y protege sus preciadas y especializadas mojigaterías. En un grupo así hay palabras que uno quizá no usa, gestos y entonaciones a los que hay que renunciar para que no le despedacen a uno. Las normas son complejas y absolutas, y en un sitio así el corazón no puede cantar, para que la libre y cálida felicidad no nos traicione.”
Solamente en la soledad del espacio es donde Grunty puede ser él mismo, sentirse en libertad. Y para alguien poco acostumbrado a expresar o compartir sus pensamientos y sentimientos, los telépatas resultan una amenaza.

Los tortolitos saben de los planes de Grunty, saben que su vida está en peligro.

Los dibujos son la salvación.

Los tortolitos muestran a Grunty sus dibujos, en ellos aparecen Grunty, Rootes y una mujer. En otro aparecían los mismos tres personajes pero desnudos. En el siguiente aparecen los tortolitos “y junto a ellos había una tercera figura, más o menos parecida, pero pequeña, rechoncha y con brazos grotescamente cortos”. En el último aparecen las tres figuras desnudas. Grunty se da cuenta, baja la pistola, ríe y estrecha las manos de los tortolitos.

Cuando todo el episodio termina, es decir, una vez que ha permitido que escapen los amantes, Grunty vuelve a disfrutar de su privacidad.

Grunty se dirige a la cama de Rootes, lo observa con ternura y atención.

¿Por qué tenemos que amar donde cae el relámpago y no donde nosotros elegimos? –se pregunta- Pero me alegro de que seas tú, pequeño príncipe. Me alegro de que seas tú.
“Alargó la enorme mano y, con la suavidad de una pluma, acarició los labios dormidos.”
El homofóbico Rootes (¿gay de clóset?) cree haber encontrado la razón por la que Dirbanu no desea relaciones con la Tierra: “Sus hembras no se parecen a los machos. Comparadas con ellas, nuestras mujeres son prácticamente idénticas a nosotros. Así que llega el embajador y encuentra lo que aparenta ser un planeta lleno de maricas. Sabe que no es cierto, pero no soporta el espectáculo. Así que regresa a Dirbanu, y Dirbanu le vuelve la espalda a la Tierra... Entonces estos sodomitas huyen a la Tierra, pensando que allí se sentirán a gusto. Y casi lo consiguieron. Dirbanu los reclama porque no quiere que gente como ésa represente a su planeta. No les echo la culpa. ¿Cómo te sentirías tú si el único terrestre en Dirbanu fuera un bujarrón? ¿No querrías sacarlo de allí rápidamente?”

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